La historia de la humanidad ha estado cargada de muchas revoluciones sociales de diversa índole y escala, tanto en las familias, comunidades y hasta escalas mundiales.
Las civilizaciones ancestrales caracterizadas por las luchas territoriales para satisfacer sus necesidades sociales, políticas, económicas, culturales y espirituales han realizado grandes creaciones –en el sentido profundo poieisis/prottein- histórico-sociales, es decir han sido capacidad de instituir nuevas significaciones y representaciones imaginarias que han marcado las fases históricas de la humanidad.
Significaciones y representaciones como ser las ideas de ciencia, técnica, agricultura, democracia, instituciones, que a su vez han sido características de cada civilización, de cada comunidad. La cosmogonía Maya es diferente a la Azteca, así como ser la Inca, la Egipcia antigua, la persa, la griega, etc. Todas diferentes una de las otras a pesar de estar en las mismas Eras históricas. Y también cada una de ellas han desatado sus propias revoluciones sociales, económicas, políticas, culturales y espirituales.
En la antigüedad, incluso cuando el ser estaba inventando (creando) la política, es decir cuando eran nómadas y el sentido de comunidad (polis) se estaba configurando en los imaginarios sociales, existieron las revoluciones que les permitieron traspasar sus límites imaginarios para concebir aplicaciones del fuego, por ejemplo, en base a diversas relaciones psicosociales y necesidades biológicas.
Hoy en día tras la mundialización de las relaciones sociales en 1492, entran en juego un sinnúmero de configuraciones que irrumpen en el pensamiento, y por tanto en el imaginario social mundial, lo que es conocido como la modernidad. Toda la serie de significaciones y representaciones basadas en el dominio racional del hombre sobre las cosas, es decir el machismo, sexismo, capitalismo, racismo, colonialismo e imperialismo, que configuran un pensamiento heredado, impuesto y coercitivo desde las grandes instituciones del pensamiento moderno; universidades, institutos de investigación, ONGs, asociaciones, organizaciones, federaciones, agrupaciones de diversa índole social, cultural, política y sobre todo económica, ya que éstas últimas fijan tasas de racionalización de la explotación de los recursos naturales (incluido la humanidad como recurso).
Entre los problemas que figuran en la modernidad está la corrupción de los Estados-Nación, así como el mismo sistema-mundo ha sido corrompido, como ser los paraísos fiscales, el terrorismo, las guerras mundiales, las invasiones, los bloqueos entre otras; luego está el problema de la fetichización, es decir la desvalorización de la política como ciencias sociales que busca crear, fortalecer y promover las relaciones sociales a través de las comunidades y civilizaciones a nivel planetario, esto es hablar de la creación de muros y fronteras, decretar a los humanos ilegales por su procedencia, raza, religión, género y sexualidad, también la fetichización de la economía creyendo en leyes universales de crecimiento indiscriminado a costa de los recursos naturales y humanos, fetichización de la cultura creyendo que los pueblos originarios están allí para turismo y fetichización social cuando creemos que las redes sociales son una sustitución del amor, el afecto, la empatía y las actividades humanas como el trabajo que dignifican la vida para el disfrute y satisfacción de las necesidades, anhelos y esperanzas humanas causando grandísimos problemas de indiferencia; otro problema es el extractivismo tanto de los recursos naturales y humanos (mano de obra barata) como el extractivismo epistémico, robarse el pensamiento de nuestras culturas para decir que es moderno (europeo, estadounidense u occidentalizado) originando los graves problemas del cambio climático y la migración forzada, porque en el campo ya no hay recursos ni siquiera comunidades que puedan subsistir ya que son explotadas; y por último el problema de la precarización humana en términos económicos, sociales, políticos, culturales y espirituales creando un grandes olas de violencia y pesimismo desesperanzado.
Ante esta realidad, que nos abruma y nos sobrepasa por mucho en nuestro ensayo, podemos encausar nuestra revolución hacia las necesidades del siglo XXI, y por ello proponemos los siguientes aportes para empezar a hablar de revolución, organizar y hacer efectivos los ejercicios de revolución hoy en día.
Ejercicios de ciudadanía, resistencia y autonomía
Las movilizaciones sociales que hacen los ciudadanos en pro del bien común, son ejercicios de ciudadanía. Estos les permiten ir creando lazos y relaciones para ir conociendo sus necesidades básicas y pelear por la satisfacción de ellas, estas se hacen en base a un sentimiento de pertenencia e identidad, es decir desde el enfoque de territorialidad estamos hablando que comparten: comunicación dialógica y experiencialidades; ser social-psique es decir son territorios cada cuerpo humano con sus respectivos límites imaginarios sociales y constitutivos; pertenecen a un espacio social colectivizado-necesario es decir comparten zonas territoriales para el ejercicio de la vida en la tierra; imaginario espiritualidad y cosmogonía que consiste en las historias y relatos sociales, políticos, económicos y culturales en el espacio social respecto a las actividades, y su respectiva creencia total sobre ellos.
También estos ejercicios ciudadanos son transformados en procesos sociales de resistencia desde las comunidades ante la imposición de las instituciones, en este caso la institución social del neoliberalismo y el neoextractivismo. La resistencia en este caso, consiste en una de las actividades humanas para la preservación de la vida (humana y no humana) más importantes, es por ellos que las movilizaciones sociales se tienen que transformar en movimientos de resistencia, es decir constituirse como entes organizativos tales que sea posible instituir relaciones sociales que permeabilicen en la comunidad para la defensa de sus derechos humanos y no humanos.
En estos procesos también hay que seguir dando saltos transformacionales en la creación de nuevas configuraciones de lucha, y es por ello que es necesario hablar de los proyectos de autonomía como proyecto revolucionario de reinvención de las significaciones y representaciones imaginarias sociales de la modernidad que agudizan la crisis civilizatoria y de la tierra; es necesario establecer nuevas ideas, conceptos y categorías desde un pensamiento descolonial que permita la creación de democracia populares con elementos de circularidad, esfericalidad y caracolaridad en el ejercicio del poder obedencial y la capacidad de uso de la pluri-subjetividad comunitaria, en el proceso actual de mundialización debemos ser capaces de establecer diálogos trans-comunitarios que nos permitan interpretarnos y profundizar nuestros lazos y realidades para el ejercicio del buen vivir a nivel planetario.
La Autonomía debe entender como un proyecto político en el sentido de crear contra campos sociales capaces de hacerle frente y cambiar la institucionalidad del país, en el caso de Honduras de hablar de Estado Democrático, Estado del Buen Vivir y Estado Socializado-Socializante; en el sentido económico el proyecto de autonomía debe comprender en las dimensiones de las economía y leyes de comunas y el trabajo social necesario colectivizado; y en el sentido social la autonomía debe ser capaz de hacer una revolución de conciencias y cambiar la manera de pensar y el qué pensar para establecer estructuras mentales capaces de entender el bien colectivo e individual como uno sólo.
Es por ello que nosotros le apostamos a los procesos de ejercicios de ciudadanía, resistencia y autonomía, es por ello que diremos que hablar de revolución hoy en día es hablar de Autonomía.
La revolución pasa por los proyectos histórico-sociales, políticos y económicos de autonomía.