El problema filosófico de la posmodernidad Por: Rossel Montes

El debate Modernidad-Post-Modernidad se ha convertido en todo un acontecimiento, en el cual están participando desde filósofos, sociólogos, politólogos, historiadores, las ciencias humanas y afectando la noción de ciencia en sí misma. Un debate intenso que ha revolucionado nuestra visión sobre la dinámica histórico-social, al igual que el puesto de la filosofía en el universo de la Modernidad, la razón y la Posmodernidad. En este pequeño escrito intentaré definir lo que es la polémica de la modernidad y la posmodernidad; un debate profundo y necesario en nuestro ámbito tan ávido de debate teórico, filosófico y meta-filosófico parafraseando a Richard Rorty.

La Posmodernidad a diferencia de la Razón Moderna que está bien articulada, esta se nos presenta como un conjunto ecléctico de teorías que van desde planteamientos nietzscheanos a la ontología fundamental de Heidegger, la filosofía de la existencia de diversas tendencias, y por supuesto, las criticas de Jean François Lyotard, Jean Baudrillard y a mi parecer su máximo exponente: Gianni Vattimo. Como vemos, es toda una amalgama de posturas que se puede prestar para interpretaciones erróneas, superficiales y el relativismo pero que en medio de ese relativismo, se encuentra un debate intenso y profundo. La Modernidad se había presentado como La Razón, como el faro que iba a liberar a la sociedad, a la Europa del oscurantismo, del mito, la brujería, las utopías la metafísica, la especulación, la teología y ante este “irracionalismo” se pondría frente a la ciencia, la experimentación; un proceso de secularización de la sociedad.

La Ilustración en los siglos XVIII propondría otro tipo de sociedad, acorde con la dinámica del capitalismo que vendría desde el mediterráneo a decir de Fernand Braudel, este capitalismo comercial había evolucionado a un capitalismo industrial, que había modificado la estructura de clases, lo cual provocaría la irrupción de la sociedad de masas, la irrupción de la subjetividad, la emergencia de la democracia representativa (A. Touraine). Por eso la revolución francesa fue el acontecimiento político que configuró el escenario de la dialéctica de la ilustración y al mismo tiempo la Revolución industrial. En este sentido si la posmodernidad tiene una obsesión epistemológica por el micro relato y des-totalizar el mundo, la modernidad tenía el cometido totalmente contrario, saber: la creación de una cosmovisión del mundo donde la totalidad fuese aprehendida y explicada en un gran relato; en esta dinámica, los sistemas filosóficos cerrados son la culminación lógica de esa racionalidad epistémica.

El sistema de Kant y sobre todo el de Hegel representan esa razón total de la filosofía clásica alemana. Muchos acusan a Hegel por haber creado un sistema cerrado que inconscientemente haya inspirado el totalitarismo político, aunque del totalitarismo filosófico al totalitarismo político hay un buen trecho, no hay espacio para explayarse en ese tema aquí, pero diré que la filosofía y la ontología creada en la modernidad tuvo mucho de razón instrumental, tal como lo denunció la escuela de Frankfort con Horkheimer y Adorno. El posmodernismo y la critica a la razón total se puede rastrear en la filosofía de Nietzsche, la crítica al racionalismo hegeliano, y la irrupción de las filosofías que serán muy críticas con la tradición moderna como lo serán el: Vitalismo, el ratiovitalismo de Ortega entraría en esta categoría y por supuesto los existencialismos y el personalismo. Dentro del marxismo se dejaría ver esta polémica, el marxismo posterior a Marx entrarían en debate por buscar las raíces humanistas del joven Marx y el Marx científico, con el famoso corte epistemológico acuñado por G. Bachelard y pulido por Althusser, donde el Marx maduro había dejado de ser un Marx preocupado por la enajenación, el fetichismo y el humanismo y se enfocaría por la elaboración de un “socialismo científico”. Como sabemos el mismo Marx estuvo en esa disyuntiva de ser científico o ser praxiológico. Estas críticas duras de Habermas y Castoriadis al sistema económico y a la filosofía de la historia de Marx podrían ser certeras en sentido de que Marx emulara la idea lineal de progreso, y la concepción burguesa del devenir social, el cual él tanto criticará. Es cierto que se le considera a Marx un “filósofo de la sospecha”, pero a mi parecer Marx fue tan moderno como lo fue posible, y un positivista; (Sobre esto ha escrito el filósofo Segisfredo Infante) donde el concepto de praxis se evaporó en el sistema y la ley científica. Las famosas “leyes de la historia” de Marx no eran más que posturas para intentar crear una explicación monolítica del devenir social y sobre todo para su proyecto político.

Una de las críticas severas a la modernidad vino desde la Escuela de Frankfort con Max Horkheimer y T. Adorno, sobre todo con su concepto de “razón instrumental” que Horkheimer desarrollará dicho concepto por separado en otra obra con el mismo título “Critica de la razón instrumental”. Horkheimer argumentó en “Dialéctica de la ilustración” que la modernidad era todo un movimiento de emancipación, y también estaba plagado por contradicciones profundas, un movimiento que pretendía ponerse sobre el oscurantismo a través de la razón total, con el positivismo científico, la fortaleza epistémica de la ley científica en la física y la ley histórica, el hombre del iluminismo pretendía dominar la totalidad de la realidad, a través de la idea del progreso social indefinido. La razón instrumental colapsó según Horkheimer y Adorno porque estaba viciada con los elementos que precisamente quiso combatir, otro tipo de irracionalidad, la dominación del individuo, concibió al sujeto humano como un medio y no como un fin en sí mismo, y esto nos recuerda a la ética de Emmanuel Kant. Estos debates fueron creados en plena auge de los totalitarismos y guerra mundial, donde se buscaba encontrar que “racionalidad” era capaz de hacer de los seres humanos individuos superfluos y con el auge del burocratismo pasar del “mal radical a la banalidad del mal” según los lineamientos teóricos de Hannah Arendt, a mi parecer junto a Claude Lefort, los dos teóricos que mejor han explicado el fenómeno del totalitarismo; Arendt por hacer del concepto una epísteme y una red para aprehender el fenómeno y Claude Lefort por hacer un análisis más global del fenómeno, yendo hasta las raíces marxista-bolchevique junto al partido único como uno de los elementos esenciales que hizo posible el desarrollo de tal fenómeno.

Es importante mencionar las críticas de Cornelius Castoriadis que junto a las de Lefort fueron de las más lucidas en la Francia de posguerra respecto al tema del totalitarismo. Jean François Lyotard publica su texto “La Condición posmoderna” desencadenando un debate que no tendrá fin hasta ahora, iniciando una verdadera “revolución teórica” al interno del pensamiento, pero no es una revolución clara y uniforme, no es un pensar con sus postulados muy pulidos aun, a pesar de los cientos y miles de escritos en torno a la crítica de la modernidad. Si bien Lyotard se centra en el problema del conocimiento en las sociedades de masas y como este conocimiento hay mutado y como es utilizado, Lyotard, no es su máximo representante. Para Lyotard lo meta-relatos son verdades supuestamente universales, o absolutas, empleadas para la legitimación de proyectos políticos y científicos, por ejemplo la emancipación de la humanidad según (Marx), la evolución de la humanidad (Darwin) la dominación del inconsciente (Freud) y no podrían faltar las posturas escatológicas, teleológicas y utópicas que caracterizaron a la modernidad. Entonces podemos decir que la razón posmoderna ya no ocupará de las grandes narraciones, con la pretensión de universalidad supra-temporal y supra-histórica. De la obsesión por la totalidad, se pasará a la obsesión epistemológica por los pequeños fragmentos, esto según los posmodernos para evitar los grandes errores de la modernidad y así evitar volver a caer en posturas que traten de justificar proyectos totalmente nocivos para el devenir de la sociedad. Ante el pensamiento “fuerte” se antepone el pensamiento débil, donde ya no son importantes lo hechos, sino sus interpretaciones, y aquí es donde la hermenéutica de Gadamer entra escena con su pupilo Gianni Vattimo, el cual también fue discípulo de Martin Heidegger, pero que al mismo tiempo propuso el “fin de la modernidad” y el fin del pensamiento metafísico, y propone un pensamiento post-metafísico.

La posmodernidad por muy diversa y polifacética que parezca no representa una cosmovisión y una ética con ausencia de valores, donde todo es relativo, nihilismo y des-esperanza. Es importante la postura de Jurgen Habermas expuesta en el “Discurso filosófico de la modernidad” un texto de 1985, donde Habermas representante de la segunda generación de la escuela de Frankfort, expone que la modernidad es un proyecto inconcluso, como vemos esta es una defensa de los postulados de la razón moderna en la cual Habermas reivindica las nociones de utopía, emancipación, liberación y humanismo. En este sentido Habermas argumenta que no es correcto tirar por la borda todo lo positivo y útil que tiene la modernidad. Habermas se mantiene en un punto intermedio en su crítica a la modernidad y posmodernidad; debate en el cual han participado Zygmunt Bauman, Alain Touraine y Gilles Lipovetsky solo para mencionar a algunos teóricos. En la misma corriente crítica de la modernidad se encuentra la ética de la liberación de E. Dussel. Dussel Acuña el término “Transmodernidad” de la cual no me explayaré por el espacio, pero la transmodernidad no es una negación total de la modernidad, de alguna manera se queda en algunos postulados pero al mismo tiempo la supera. El concepto “Transmodernidad” de Dussel es un intento de superar la interpretación eurocéntrica de la crítica “pos-moderna”, es un punto de quiebre con la modernidad pero también hay un punto de superación dialéctica o analéctica en palabras de Dussel. La transmodernidad que Dussel defiende es un proyecto mundial, es una asimilación-aceptación de los límites de la modernidad, ya que esta se mostró como un proceso que se reivindicaba como liberador y emancipatorio el cual a través del uso de la razón le daba al hombre las herramientas para ser un individuo autónomo y libre. En ese sentido la modernidad fue un nuevo tipo de humanismo. A diferencia de la “posmodernidad” que niega rotundamente la razón instrumental de la modernidad, la transmodernidad es un proyecto de co-realización de lo que la modernidad no realizó, excluyó e incluso destruyó.

La ciencia histórica y la historiografía se ha visto en jaque producto de la crítica posmoderna, se pone entredicho la existencia de leyes en la historia, con los pensamientos “fuertes” como: racionalidad, objetividad, teleología, escatología, necesidad, universalidad están siendo sustituidos por nuevos patrones epistémicos como: el azar, relativismo, fenomenología hermenéutica, interpretación, ruptura, y localismo. En ese sentido la historiografía posmoderna le apuesta por el relativismo gnoseológico historiográfico donde la historia a narrar, no es una linealidad, sino más bien una plétora de fragmentos. Con esta argumentación sigo el argumento castoridiano, el cual argumenta que la historia es el ámbito de la creación y destrucción de imaginarios sociales, donde la ley no podría explicar los sucesos y hechos históricos. El “posmodernismo” no es un nuevo momento histórico, o al menos por el momento, es más una corriente teórica, como lo fue el existencialismo, o el estructuralismo después de la segunda guerra mundial; una búsqueda y crítica de los fundamentos radicales de la naturaleza humana. Pero es indiscutible que los cambios históricos comienzan con un cuestionamiento sobre el significado estructural y existencial de los cimientos sobre los cuales una determinada época está erigida. Es importante retomar la crítica que hace la transmodernidad y la posmodernidad a la razón moderna, pero también hay que ser cuidadosos con la obsesión epistemológica por el micro-relato de la “posmodernidad” iniciada por Lyotard y fundamentada por G. Vattimo. Hay que continuar con los postulados aún vigentes de la modernidad, el proyecto de emancipación y liberación, pero sometiendo a la de-construcción lo que no coadyuva al progreso y desarrollo de nuestras sociedades. En Honduras es necesario retomar estos debates, es necesario estar listos teóricamente para los cambios que la realidad nos exige.

Bibliografía Vattimo y otros. (1994). Entorno a la posmodernidad. Anthropos. Barcelona. Jameson, Fredric. El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona, Paidós Estudio, 1995.

Publicado por UNAH Estudiantes

El periódico estudiantil al servicio de toda la comunidad universitaria para debatir, criticar reflexivamente y comunicar temas referentes a la Reforma Universitaria y la problemática general de la UNAH y de País

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